En el caso de los colectores solares térmicos, la inversión que hay que hacer es un poco más elevada que la de los paneles, y están recomendados sobre todo para instalarlos en viviendas nuevas, pero es muy rentable ya que cubre el 30% de las necesidades de calefacción de la vivienda, y el 80 % de las de agua caliente. El sistema de calefacción asociado, que se denomina de suelo radiante, distribuye el calor de forma uniforme por toda la casa, y a su vez también está subvencionado.
La energía «verde», como se ha dado en llamar a las energías
no contaminantes, han experimentado un gran incremento de instalación en
los últimos años. Esto es comprensible porque, en primer lugar,
las energías agotables son cada vez más escasas, y en segundo lugar,
estas energías son viejas conocidas por parte del ser humano, ya que desde
tiempos inmemoriales se han venido utilizando, tal es el caso de la leña,
por ejemplo.
Las energías renovables asimismo son buenas para el bolsillo del consumidor,
ya que sólo se tiene que pagar la instalación y el mantenimiento:
el «combustible» (la luz del sol o el viento) es gratuito, y lo mejor
de todo, inagotable. Aunque hay excepciones; en el caso de la biomasa (el combustible
renovable de origen vegetal o animal que aprovecha residuos forestales o agrícolas)
se paga por el abastecimiento, pero es muy barato comparado con otros medios energéticos,
como el petróleo o el gas.
Las instalaciones de energías renovables suelen amortizarse en un plazo
inferior a los siete años, luego el gasto que supone la inversión
de la instalación inicial es ampliamente inferior a lo que supondría
un gasto continuado de energías convencionales. Una vez que se superan
estos años iniciales, los siguientes veinte años son los útiles
de la instalación, la energía que se recibe es prácticamente
gratuita y los únicos gastos que se generan son los típicos de limpieza
y mantenimiento, que no suponen gran desembolso.
La biomasa es un recurso inagotable siempre y cuando se utilice de forma controlada
y evitando la sobreexplotación de los recursos naturales. Cuando se realiza
la combustion, la biomasa libera dioxide de carbono a la atmósfera, el
mismo que en su día utilizó para su propio crecimiento, tratándose
de un vegetal, o de las plantas que ingirió durante su vida, si la materia
de la que hablamos tiene origen animal. Todo esto evita emisiones a la atmósfera
de elementos que no formaban parte de la misma, contribuyendo a la minimización
del cambio climático por esta causa.
Se podría decir que la utilización de estas energías renovables
en el hogar son una especie de simbiosis entre los usuarios y el medio ambiente;
los primeros se benefician a nivel económico y de abastecimiento, y el
segundo a nivel ecológico. Para que esto se haga efectivo, es muy importante
que los gobiernos y administraciones públicas se hagan cargo de las pertinentes
subvenciones para aquellos usuarios que quieran instalar en sus hogares o negocios
este tipo de montaje. Existen ayudas para la instalación de paneles solares
fotovoltaicos, cuya electricidad producida no se engancha a la red eléctrica,
sino que va directamente a la vivienda. En el caso de los colectores solares térmicos,
la inversión que hay que hacer es un poco más elevada que la de
los paneles, y están recomendados sobre todo para instalarlos en viviendas
nuevas, pero es muy rentable ya que cubre el 30% de las necesidades de calefacción
de la vivienda, y el 80 % de las de agua caliente. El sistema de calefacción
asociado, que se denomina de suelo radiante, distribuye el calor de forma uniforme
por toda la casa, y a su vez también está subvencionado.