En los tiempos que corren, es muy útil desarrollar cierta habilidad para ahorrar costes en energía y combustible, y al mismo tiempo evitar que el medio ambiente se siga deteriorando a pasos agigantados en la medida de lo posible. Por eso, muchas personas recurren a la fabricación propia del biodiesel, siendo la principal forma de obtener este recurso la posibilidad de convertir el aceite usado en combustible bio para el funcionamiento del vehiculo. Hacerlo uno mismo ciertamente es un proceso complicado y laborioso, que debe estar siempre supervisado o aconsejado por un experto en la materia.
Para realizar el biocombustible no solo existe una formula magistral, de hecho hay bastantes diferentes que circulan por Internet y revistas especializadas. Lo que si hay que tener presente es que algunos de los productos químicos utilizados en el proceso pueden resultar peligrosos y hay que tomar las precauciones de seguridad adecuadas para evitar cualquier tipo de accidente. Lo importante es realizar cualquier maniobra con sumo cuidado, respetando las indicaciones y empezando por pequeñas cantidades que nos muestren si estamos produciendo correctamente el biocombustible. Se recomienda por ejemplo empezar practicando con aceite limpio, y no residual, y empezar y acabar el proceso en una misma sesión.
El procedimiento en si consistiría en mezclar triglicéridos (grasas o aceites) con alcohol (etanol o metanol) para obtener el biodiesel mas otra sustancia llamada glicerina. Cuando se realiza la mezcla de los elementos indicados, la glicerina y el jabón que se dan como resultado aparecen en el fondo del fluido, mientras que el biodiesel flota en la parte superior y puede ser aspirado con un sifón. A este proceso se le llama transesterificacion, tratándose básicamente de la sustitución del alcohol por la glicerina a través de una reacción química, donde se utiliza la sosa como catalizador. En cuanto al alcohol que suele utilizarse en estos casos, el más extendido es el metanol, aunque seria preferible el etanol, ya que el primero proviene en su mayoría de combustibles fósiles, mientras que el etanol se deriva de las plantas e incluso se puede destilar en casa. Lo que ocurre es que el proceso de conversión al biodiesel con este elemento se hace mucho mas complicado. También hay que tener mucho cuidado con la sosa, ya que es un producto altamente corrosivo y puede dañar cualquier parte del cuerpo, así q hay que evitar el contacto con la piel, los ojos, las vías respiratorias y alejarlo de los niños; hay que tener en cuenta también que reacciona con el aluminio, el estaño y el zinc, con lo que hay que utilizar recipientes de barro, vidrio o acero inoxidable.
A la hora de ponerse manos a la obra, sin duda utilizar aceite usado resulta mucho más atractivo y más útil para el medio ambiente que el aceite nuevo (que además resulta más caro de conseguir), pero el procedimiento resulta más complicado. Lo primero es deshacerse del agua que contenga el aceite a utilizar, ya que si no interferirá con la sosa y el producto resultante no será más que una pasta gelatinosa. Hay que calentar el aceite a cien grados hasta que pare de hervir; sabemos que el aceite usado necesita más catalizador, es decir, sosa que el nuevo, por lo que habrá que calibrar muy bien la cantidad necesaria en cada caso, haciendo la prueba del ph neutro. Tras esto, se mezcla con el alcohol, y se obtiene el fluido biocombustible. Disfrute de su biodiesel casero, ahorrando energía y respetando el medio ambiente.