Esta es la segunda parte de un artículo dedicado a explorar la viabilidad de la sustitución del modelo energético basado en combustibles fósiles. Si quieres puedes leer aquí la primera parte: ¿Hay alternativa real a los combustibles fósiles? (Parte 1)
Alternativas a los combustibles fósiles
Como vimos en la primera parte de este artículo, varios factores confluyen en la situación actual y nos abocan a una necesidad imperiosa, urgente e ineludible: hay que cambiar el actual sistema energético basado en combustibles fósiles. No hay elección, la realidad apremia y tan solo podemos elegir en qué forma vamos a plantear esta sustitución de fuentes de energía.
Para ello vamos a dar un repaso a las alternativas energéticas que se plantean y estudiaremos su viabilidad más allá de la omnipresente propaganda que impregna el discurso de los grupos de interés y de los medios de comunicación.
Energía solar térmica
La energía solar térmica, hablando para escalas grandes, se entiende que estamos hablando de plantas de concentración solar, esto es, una gran superficie de espejos orientados a un concentrador que calienta agua para hacer que el vapor mueva una turbina y genere electricidad.
La mayor ventaja de esta alternativa es que no requiere de materiales caros y escasos. En cambio, requiere de grandes plantas para ser eficiente, por lo que necesita una elevada inversión inicial, y para su mantenimiento. Otro gran inconveniente es que no es continua, puesto que durante la noche o en días nublados no funciona.
Energía solar fotovoltaica
La energía solar fotovoltaica consiste en generar electricidad mediante la excitación de los electrones en un panel de semiconductores mediante el impacto de la luz solar.
Su mayor ventaja es que no requiere de grandes instalaciones, y permiten generación distribuida sin perder eficiencia, por lo que es tentador pensar que en un futuro próximo tengamos un panel solar cubriendo el tejado de cada casa.
El problema con esto es que parece que los materiales necesarios para su construcción son demasiado escasos para poder cumplir semejante proeza. No tenemos suficientes metales raros como el praseodimio, el disprosio o el neodimio, al menos por ahora.
Además, presenta el mismo problema de intermitencia en su funcionamiento, pues depende igualmente de la luz solar.
Energía eólica
Los molinos de viento, que nos acompañan desde hace más de mil años y resucitados por la tecnología moderna, aprovechan la fuerza del viento para generar electricidad mediante inducción electromagnética.
Esta energía alternativa es muy eficiente, si bien lo es más en grandes instalaciones de parques eólicos, aunque también se presta a la instalación distribuida. Pero volvemos a enfrentarnos al problema de escasez de materiales para llevarlo a escala planetaria.
Y también volvemos a encontrarnos con el problema de su discontinuidad, ya que el viento no siempre está presente.
Fisión nuclear
Consiste en el aprovechamiento de la radiación emitida de forma natural por ciertos minerales para calentar agua y utilizar el vapor para mover una turbina y generar electricidad.
Es una tecnología ampliamente utilizada en la actualidad, que tiene como principales ventajas su madurez tecnológica, que no emite residuos a la atmósfera, y que funciona de manera ininterrumpida, siendo por ello un interesante complemento a las energías renovables ya mencionadas en puntos anteriores.
Por contra, presenta dos muy graves problemas: por un lado, no es renovable, los minerales de uranio que se usan para alimentarla son escasos y llegarán a su pico, como los combustibles fósiles, y según algunas voces muy autorizadas esto sucederá muy pronto; por otro lado, el terrible problema de los residuos, con vidas medias radioactivas de cientos y miles de años, hace que sea altamente contaminante, y requiere de instalaciones muy costosas para confinar dichos residuos.
Fusión nuclear
A priori, es perfecta. La fusión de núcleos atómicos genera una inconmensurable cantidad de energía, dejando como residuos hidrógeno o helio, a partir de un combustible tan abundante como el hidrógeno.
Sería maravilloso, pero no existe. Hace 50 años faltaban 50 años para conseguirla, y es posible que dentro de 50 años falten 50 años más para llegar a dominarla y poder utilizarla de forma segura y estable. No podemos contar con ella en un futuro próximo.
Conclusiones
Como hemos visto, algunas de las alternativas mencionadas anteriormente son al parecer viables, pero todas tienen sus inconvenientes.
El mayor de los problemas, la escasez de los materiales para la transición a escala planetaria, podría ser paliada mediante un adecuado balanceo entre ellas. Pero eso es una hipótesis y no hay consenso sobre si ello será posible.
El segundo mayor problema es el del almacenamiento de la energía, puesto que solo una de ellas es continua (fisión nuclear) y hemos visto que es altamente contaminante y no renovable.
Este problema podría resolverse si conseguimos almacenar toda esa energía eléctrica, para poder liberarla en los momentos en los que el sol y el viento no pueden generar. Pero para ello tendríamos que construir una ingente cantidad de baterías eléctricas, y esto presenta un inconveniente que ya nos hemos encontrado anteriormente; no está claro que haya suficientes materias primas para poder hacerlo.
Se están explorando otros sistemas de almacenamiento de energía, como acumuladores gravitatorios o acumuladores mediante gas a presión, pero todas estas vías son todavía muy inmaduras. En cambio, el bombeo inverso de pantanos hidroeléctricos ya se usa en la actualidad, pero su capacidad es muy limitada puesto que requiere infraestructuras muy costosas.
Y aún nos queda resolver el mayor de los problemas. Todas estas fuentes de energía que hemos repasado generan electricidad, pero hay gran cantidad de situaciones en las que la electricidad no es un vector energético adecuado: transporte aéreo, transporte de mercancías por carreteras, transporte marítimo, etc. Si no damos con una forma de almacenar energía con una mejor relación peso / densidad energética que las baterías actuales, todos estos usos no son posibles.
Por todas estas razones, todo indica que para hacer una transición energética a escala planetaria tendremos que reducir nuestro consumo de energía, para superar las limitaciones que hemos ido mencionando.
Está en nuestra mano, podemos hacerlo, pero tendremos que renunciar a algunas cosas que ahora nos parecen lo más natural del mundo, como tener un coche en cada hogar, o viajar en avión de forma habitual, y también tendremos que mejorar ampliamente la eficiencia de nuestros usos de energía.
La realidad es tozuda, y nos impondrá dichas restricciones por las buenas o por las malas. Nuestra es la elección, como civilización, de trabajar juntos por un futuro posible, o mirar para otro lado y dejar que un futuro no deseable nos pase por encima.