Debido al cambio climático que está sufriendo el planeta, desde los gobiernos y organismos públicos se está dando prioridad a la conservación de los recursos naturales y la utilización de los mismos como forma energética. Asimismo, se dan ayudas y subvenciones a todas aquellas comunidades que decidan incorporar medidas de protección y ahorro energéticos, ya que con ello contribuyen a mejorar la economía del país.
A nivel particular, podemos sin duda contribuir a este ahorro tomando una serie de medidas en las viviendas que nos pueden aportar grandes beneficios a medio y largo plazo. El aislamiento térmico en casa sería bueno a partir de los quince centímetros añadidos en cubiertas y los doce en las fachadas. Las ventanas deben revestirse de materiales aislantes, y cuidar que en la estructura de la casa no haya grietas ni fugas. Todo ello contribuirá al ahorro de hasta un 25% en energía en viviendas nuevas construidas. Eso sí, sobre todo esto será más efectivo en viviendas unifamiliares que en bloques de pisos, según los estudios realizados.
Para que una vivienda tenga un aislamiento lo más óptimo posible, debe reunir las siguientes características (además del grosor de cobertura térmica anteriormente mencionada para cubiertas y fachadas):
– Ventanas con triple acristalamiento y marcos con las juntas bien aisladas. El ahorro térmico se ve incrementado con toldos y persianas resistentes que aíslen de los rayos solares directos.
– Ventilación controlada y revisada cada poco tiempo que garantice la calidad del aire y el bajo consumo energético, así como la buena circulación del mismo dentro de los hogares.
– La revisión anual de los edificios para controlar las grietas y brechas, puede suponer hasta un 90% de reducción en la ventilación incontrolada.
– A la hora de construir viviendas nuevas, es importante orientar el edificio hacia una zona de sombra o proporcionar medios para obtenerla, para poder reducir así la incidencia solar.
Además, para las viviendas antiguas también es importante la rehabilitación cumpliendo con estas pautas, sobre todo el revestimiento exterior para el aislamiento térmico. La inversión inicial se vería amortizada en una media de cinco a siete años, ahorrándose de un 30 a un 50% en energía. Si tenemos en cuenta que la vida media de un aislamiento está en los cincuenta años, podemos calcular que para ese período habremos ahorrado unas ocho o nueve veces por encima de lo que costó la rehabilitación en su conjunto.
Entre los materiales más eficientes para llevar a cabo un aislamiento térmico se encuentra el poliuretano rígido, que a su vez es muy duradero; posee una baja conductividad térmica porque tiene una estructura molecular cerrada. La utilización de este material en la estructura envolvente de los edificios y las particiones entre las viviendas, hacen que el aislamiento perdure en el tiempo, no necesita mantenimiento y el ahorro energético y económico se hace muy notable en el tiempo.