Como una prioridad para el desarrollo sostenible calificaron los europeos la utilización de las energías renovables, que reemplazarían las procedentes de los recursos fósiles contaminantes y de las hidroeléctricas. Estas últimas fuentes de energía, con el paso de los años, han afectado negativamente la estabilidad ambiental del planeta.
En la reunión realizada en enero de 2012, el secretario general de la ONU Ban Ki Moon, en el marco de la inauguración del “2012 Año Internacional de la Energía Sostenible para Todos”, aseguró que del uso que la humanidad dé en la actualidad a la energía dependerá la equidad social y la preservación del medio ambiente.
La responsabilidad de este consumo recae en países industrializados en un 80 por ciento, que utilizan los combustibles fósiles de manera contaminante y exagerada hasta llegar casi a agotarlo.
En la más reciente encuesta realizada por el Eurobarómetro de la Comisión Europea, un 70 por ciento de los europeos es consciente de la situación y exhortan a los mandos políticos de la Unión para que sea una prioridad legislar sobre una política energética.
En la misma encuesta, otro 9 por ciento de los europeos dan prioridad a los combustibles fósiles no convencionales (Shale gas) y el 9% restante a los combustibles fósiles convencionales (derivados del petróleo).
Las cifras muestran entre un 82 por ciento el apoyo a las energías renovables en países como Austria, España, Dinamarca y Alemania, frente a un porcentaje menor del 50 en Bulgaria y Rumania.
Vale la pena recordar que en 2020, Europa debe cumplir con su objetivo de un consumo de energía procedente de fuentes renovables en un 20 por ciento.
A nivel mundial, el consumo de energía no renovable es del 84 por ciento, una cifra muy elevada si se tiene en cuenta que tan sólo el 9.1 corresponde a las renovables (combustibles, residuos orgánicos, de cultivos y animales): la hidroeléctrica , con un 5.8 por ciento, y las provenientes del sol y la tierra como la fotovoltáica, eólica, geotérmica y de los océanos un 1.1 por ciento.